jueves, 23 de agosto de 2012

Revuelto.

Se levantó, turbada, sudorosa y algo consumida. El calor del ambiente no la dejaba dormir, y eso la agobiaba. Su cabeza, pesada, se negaba a hacerla caso y a callarse de una vez por todas. Pero cansinamente volteaba su vida como si de una ruleta se tratase. Intentó relajarse de mil y una formas, nada la tranquilizaba lo suficiente. Se levantó, subió a su zona del tejado favorita y se encendió un cigarro.
El aire la calmó, su cabeza dio vueltas más suaves.
Estaba agotada. No podía soportar su desidia ni un minuto más. Contempló las estrellas durante dos minutos.
Dejó de pensar. De vivir. Solo respiraba.