miércoles, 3 de mayo de 2023

Rage

Odio.
Desprecio.
Rechazo.
Olvido.
Desvanecimiento.
Desfigurar.
Tóxico.
Furia.
Llanto.
Arrancar.
Latidos.
Daño.
Irreparable.
Roto.
Caos.
Límite.
Engaño.
Ansiedad.


La percepción de estas palabras nunca es agradable, si se sienten.
Pero sentirlas está bien.

lunes, 6 de marzo de 2023

Carta a L.R.D.

Querida amiga,
Qué complicado que es escribirte, hace tanto que no nos ponemos al día... en primer lugar, ¿cómo estás? Por aquí poco podemos contar, la vida ha se ha ido entrelazando, ya sabes, en un cúmulo de infortunios y golpes de suerte que han provocado que nuestros caminos se hayan ido separando.
Pero eso no significa que me haya olvidado de ti, ¡cómo hacerlo! Siempre fuiste una persona entrañable, de esas que pocas veces se conocen. 
Me vienen muchas cosas a la cabeza de cuando nos conocimos, hará este año dieciséis años de aquello. ¡Qué edad tan compleja! Creíamos ser más de lo que éramos, tan diminutamente mayores, que no nos lo creíamos ni nosotros. Recuerdo que mi primera impresión sobre ti fue que eras una chica tímida, de esas que no querían llamar excesivamente la atención. He de decir que me caíste bien desde el minuto cero.
Cuanto más te fui conociendo, más pude ver lo que tu corazón albergaba; mucha paz, humildad y bondad, algo que, a día de hoy, no he vuelto a encontrar en ninguna otra persona. Única, quizá, sería la palabra.
A partir de ahí el resto es historia. Muchos momentos de felicidad, tristeza, rabia y alegría se fueron acumulando en nuestro historial de adolescencia (todas las estupideces que hicimos son dignas de anotar en un libro, seguro que estás de acuerdo con ello). 
Mucho ha pasado de todo aquello, pero aun lo recuerdo como si de ayer mismo estuviera hablando. Si bien es cierto que el tiempo y las circunstancias nos distanciaron, también es verdad que saber de tu felicidad me alegraba, me hacía recordar y pensar en que todo iba bien.
En realidad, hay muchas cosas que me gustaría decirte, tantas y a borbotones que no lo entiendo ni yo.
Me gustaría habértelas dicho antes.
Me gustaría haberte visto y darte un último abrazo.
Me gustaría que estuvieras aquí para poder decirte todo lo que quiero a borbotones.
Pero se que estás bien, se que ya no vas a volver a pasarlo mal, sea como sea.
Gracias por honrar mi vida con tu presencia, ha sido un honor todo lo que viví contigo.
Espero volver a verte, amiga.

jueves, 5 de enero de 2023

2023: El Retorno de las Musas

 ¡Feliz año a todo el mundo! Espero que hayáis tenido todos una buena entrada de año y bla, bla, bla, todas esas cosas típicas que se dicen cuando uno acaba de entrar en año nuevo. 

Cierto es que es una buena temporada para empezar planes. Bueno, a falta de poder reiniciarse en la vida tenemos los eneros, ¿no? Estoy segura que más de uno (o más bien el 99% de la población mundial) reiniciaría su vida, pero cómo no, sabiendo lo que sabe. Si es que en el fondo... la ironía de la naturaleza humana, lo patético del pensamiento. 

En fin, mucha crítica pero, como todos, al final las masas nos arrastran (y nuestra naturaleza también, lo siento, soy humana... creo). Y como buen intento de humana que soy, me he hecho mi minilista de propósitos. En realidad no es una lista de propósitos, llamarla así se me antoja como "eh, pero es una sugerencia, tú a tu ritmo, nena". ¿Nena? Te odio, cerebro. 

(Todo esto son conversaciones que una tiene consigo misma, a veces escribirlas es divertido y te muestra cómo estás de la cabeza. La respuesta siempre es mal.)

El caso es que la lista es de objetivos. Eso sí suena serio. Quiero esto, allá voy. Como más profesional, más directo. En el fondo se que no deja de ser un tecnicismo, pero el significado que cada uno le da a las palabras es el que es. Alguna función de la lengua se llamará así, ya ni me acuerdo. 

En definitiva, objetivos. Esas cosas que a veces dan un poquitito de miedo hacer pero que te hacen ver cuán capaz eres de lo que quieres. Es una putada, no lo vamos a negar, vernos capaces de algo y tener que pasarlo mal para ello (en la mayoría de los casos, vamos). ¿No os recuerda esto un poco al cristianismo? Vale, dejémoslo, que entramos en camisa de once varas y no es el momento. Venga, vamos a por el objetivo. Y luego el sufrimiento (o "sufrisión" para los Gen-Z) del durante el cumplimiento del objetivo. Y ya para acabar el ciclo, poniéndonos que se consigue, la gran pregunta: ¿y ahora qué? 

No se vosotros, pero yo ya me planteo todo esto antes de empezar. y me agobio. Mucho. Tanto que ya ni empiezo, me da pereza o un ataque de ansiedad (un beso para todos los ansiosos, ¡nosotros podemos!). Se que no está bien, pero luchar contra uno mismo se suele hacer doloroso y, volviendo al tema de ser humanos, intentamos evitar lo doloroso, dicen.

Bueno, pues tras toda esta divagación de pensamiento, que ha sido mucha y muy pesada, he de decir que mi máximo objetivo es enfrentarme a mi misma, en todos los aspectos. Mejorar para mi y para todos los que me rodean. Eso como objetivo primo personal. El siguiente es retomar mi escritura, ya que hace poco más de un mes mis musas decidieron despertar de un largo, pero larguísimo letargo que ya me hacía dudar de su existencia. 

La verdad, el despertar de las musas ha sido gracioso, cuanto menos. Me encontraba yo una noche, durmiendo plácidamente en mi cama king-size (este detalle es pura fardada, me disculpan los envidiosos), cuando mi subconsciente, que parece ser estaba gracioso, decidió meterme en un precioso sueño donde me compraba una serpiente de color azul eléctrico y con una peculiar característica: los colmillos eran los incisivos. Cómo no, mi "yo-morfeístico" decidió que se llamaría Nosferatu. Ea, así sin anestesia. Parece un sueño sin más, lo se, pero lo gracioso de todo esto es que a medida que iba avanzando en el sueño, y mientras jugaba con mi serpiente azul de ojos bondadosos (ojo, ojos bondadosos, una serpiente), a la que había habilitado una habitación de recreo para ella solita (que ni mis cobayas tienen, cabe aclarar), me daba cuenta progresivamente que... bueno, que tenía ofidiofobia. Algo que es verdad en el mundo consciente. Después de comprarla. Y jugar con ella. Lo juro. 

El caso es que cuando desperté, sin saber si reírme o cagarme del miedo más atroz que haya podido sentir en mi vida, de repente llegaron. Ellas, las musas. Las hermosas, sabias, e hijas de puta de mis musas que me tenían abandonadísima porque en el fondo me odian. Discutí con ellas durante el resto de la noche. Bueno, más bien las eché la bronca. Ni un lo siento las muy zorras. Pero me iluminaron y me dieron una idea tan obvia que me dolió. Vamos si me dolió, como si fuera nueva.

Aclaro, por si acaso os abstraéis entre tanta estupidez, que todo esto son procesos mentales que mantengo conmigo misma constantemente. Valoración one more time: mal.

No se por qué Nosferatu hizo que volvieran. Quizá fue casualidad, pero honestamente, la casualidad es un recurso demasiado gastado, y soy demasiado esotérica para creérmelo. Así que, en resumen, mis musas volvieron porque soñé con una serpiente siendo ofidiofóbica. Chapeau.

Y como soy muy reflexiva me dio por pensar en los objetivos del año nuevo. Y me dije a mi misma "querida, vamos a empezar bien". Y así quiero continuar, por lo que vamos a aprovechar cada uno de estos ramalazos "musísticos". 

Esto ya es uno de esos ramalazos, no os penséis. 

Así que nada, anticipo que se vienen nuevas creaciones, vamos viendo los progresos en general de todo. 

Gracias a todos por leer a esta tarada ofidiofóbica, se os quiere fuertemente. 

viernes, 11 de noviembre de 2022

Sin ida (cómo volverse loco)

Se me flotan en el aire los recuerdos de una noche prohibida.
Se me vienen a la mente formas, gestos y sonrisas.
Se me evocan en los ojos aquellas miradas furtivas.
Se me oyen los oídos con palabras malditas.
Se me desdibujan las formas de andar que tenías.
Se me desoyen las notas que tu voz tañían.
Se me desafinan los ojos que brillantes veían.

Se me iba la vida mientras la vivía.
Se me va el aire, se me va.

miércoles, 21 de septiembre de 2022

Septiembre.

Y que me dio por pasarme por aquí.
Y que me dio por leer.
Y que me dio por recordar.
Y que me dio por sonreír.
Y que me quedo por aquí, no vaya a ser que se me olvide volver.

miércoles, 21 de agosto de 2019

Ironman

"Mi papá es Ironman".
    Suena gracioso, pero no lo es. Todo lienzo pintado, sea cual fuere su obra, esconde una luz y una sombra. A veces la obra es la luz, escondiendo detrás de ella la oscuridad que la ha formado. Otras veces es la oscuridad la retratada, que opaca la luz inspiradora de su creación. Quizá este sea el primer caso.

    No es fácil tragar con la noticia. "Un día estás bien y al otro, puf, ea, al arrastre". No, realmente no es nada fácil.
Ha habido noticias peores, por supuesto. Aquí el desconocimiento hace una parte importante del trabajo, como siempre (¡qué malo es desconocer!). Todo es nada, pero esa nada general es un mundo explotando en el universo de uno mismo. No se puede valorar, desde luego, el daño o el miedo; nadie tiene más miedo que nadie, solo tiene miedo, su miedo. Lo mismo que el dolor. Es inútil medir los sentimientos en cantidad, como si fuera un litro de leche o cien gramos de pan (ojalá fuera tan, tan sencillo).
Preventivo, lo llamaron. Y lo es, no lo dudo. Pero ese litro de miedo, junto con esos taitantos gramos de dolor, mezclado con la ayuda del Desconocimiento (en mayúsculas, como las "cosas bonitas" de las Súpernenas) han hecho que cada minutos se transformara en horas, y estas, en días interminables; cada día interminable es una eternidad.
Parece ser que la cosa también va de percepciones, vaya.
Percepciones y sentimientos. Luego, actitudes. He ahí la naturaleza humana.

    Mi tendencia natural es el drama (uau, un plot twist), por lo que tiendo a magnificar un poco las cosas. No lo hago a propósito, soy así; como todo en el ser humano, modificable. Si bien es cierto que el drama me hace reaccionar de maneras insospechadamente histriónicas a cualquier evento, circunstancia, noticia, acontecimiento o efeméride, también me hace pensar. Mucho. Y también me invita a reflexionar, cómo no, también muy intensamente.
Curioso, cuanto menos, resulta que el drama también es útil (plot twist again).
Reflexionas sobre las situaciones, y sacas, como siempre, conclusiones, que pueden o no variar, pero que las vas a utilizar, cuanto menos, durante un periodo de eternidades indefinidas:

  El miedo es la cara contraria del orgullo, la misma moneda. Esta me la dijo un gran amigo y apoyo emocional, y analizando bien, es tan cierta como decir que las croquetas de tu madre son las mejores del mundo. La moneda se llama "protección", cuyas caras no dejan de ser las reacciones tomadas para llevarla a cabo. Ambas útiles, pero tan solo en ocasiones especiales (como el vestido de Nochevieja, incómodo y absurdo).

Todo se puede solucionar, excepto la muerte. Esta es mi favorita. Con cada eternidad que pasa, más la valoro y más la abrazo como mantra vital. No hay situación insolventable, sea de un modo u otro. Aquí también entra el quid humano, ese cóctel Molotov de percepción, sentimiento y actitud. Digo Molotov como podría decir "Sex on the Beach", el caso es que es un cóctel.
También entra en juego la mal llamada voluntad, o la capacidad de querer resolver las cosas. Esta es optativa, como las asignaturas de la carrera más chulas. También determinante, creo.
Con el tema de la muerte discrepo; estoy abandonando el nihilismo y creo en el ser humano, puede que lo de la muerte se solvente en un futuro no tan lejano (hello, zombies).

Querer es poder. Esta me veo obligada a tragarla (venga, decidlo). Pero es verdad, querer es poder. Como persona pre-ex-fumadora (¿esto existe?) es necesario creerlo. Y tiene complejo de Visa, vale para cualquier cosa en cualquier lugar del mundo.

A cada cerdo le llega su San Martín (lo espero y lo deseo).

Cuando sientes indiferencia, enhorabuena, lo has superado. Otra gran verdad del universo cósmico.

Somos tan ciegos que no vemos lo que tenemos enfrente por mirar hacia el horizonte. Este es el que más me ha dolido aprender. Vueltas y más vueltas en la cabeza, dolores de alma y muchas noches de confusión y llanto lo acaban demostrando.

Demuestra lo que sientes, nunca temas a ser tú. Otro mantra vital. Es tan fácil de decir y tan difícil de llevar a cabo... requiere un nivel de seguridad en uno mismo tan grande que asusta. Pero también se consigue, y con ello, la paz.

Creo que esos son los más destacables. Todo esto lo escribo desde una de las sillas acolchadas de un hospital, con la luz apagada, actuando en mi tragicomedia como vigilia de uno de mis superhéroes favoritos. A veces hace muecas de dolor, y cuando tose se agarra el pecho, como si no quisiera que su corazón saliese bailando. Pero sé que va a estar bien.

Mi padre es Ironman, y sí, me encanta que lo sea.

lunes, 8 de julio de 2019

Final del cuento

– ¿Todavía no te has dado cuenta, verdad? Ah, llevo tanto tiempo esperando este momento...
  >>Dicen que no hay nada peor que un alma herida. Debo dar la razón a las voces de la sociedad, son las únicas que me mantienen atada a la cordura. ¿Dices que podemos ir en contra del mundo? Claro que sí, podemos, pero juntos, no dejándonos un paso atrás el uno al otro. Esto no funciona como una carrera, no es un ascenso y el que primero llega gana. No es una competición.
Sigo pensando, y deseando, y soñando, pero ya no estás en mis sueños. Te has expulsado de ellos, por voluntad propia. ¿Quién me lo iba a decir? Te has expulsado de ellos... quizá no, más bien te he expulsado de ellos.
¿Qué más puedo contarte? No me has hecho daño. Me has agotado, simplemente. La mecha era corta, más que cuando nos conocimos, mucho más. Esa constante llama que tanto había preservado, incluso olvidado, aún así encendida, al parecer, se ha consumido en sí misma. Las brasas ya no existen, solo queda ceniza y aire que la dispersa. Ahora no hay nada. Ya no queda nada.
Te has vuelto la nada.
Creo que lo demás sobra. Ha sido un placer, supongo. Creo haber visto algo que no existía. No, miento, sí existe, latente, ahí abajo; pero hay un profundo lago que ocula la espada Excalibur, y creo que esta vez no tengo ganas de bucear e ir a por ella. No me apetece ser reina de la Nada.
Por mi parte, creo que eso es todo. Ya no quedan ríos de sal, ni tinta, ni alma para dedicarte. Adiós, amado mío, tu recuerdo arderá con las llamas del olvido.>>


Y así, la bruja, hastiada del príncipe que había robado su corazón, recuperó lo que era suyo y se dio la vuelta, para nunca volver.

domingo, 23 de junio de 2019

Miss.

El mar; su murmullo entre el barullo, un lenguaje aparte, y su aroma a sal y libertad.
La arena. Fina, blanquecina, que se pega entre los dedos de los pies y molesta y agrada a pares.
La calma. Esa que se siente cuando los pesares del alma se desvanecen y respiras aire puro.
El bosque. El crujido de las hojas bajo tus pies al caminar, el no saber qué vas a ver una vez gires ese árbol que hay allí al fondo, donde la vista te permite.
El viento. Chocando en tu cara, inconstante, pero firme y tenaz.
Sentarme toda la mañana del sábado en el sofá. Viendo los dibujos, rememorando tiempos perdidos.
Bailar. Bajo la lluvia, los focos, o bajo el cielo estrellado; lento, rápido, alegre, triste.
Sonrisas. De esas tan bonitas que hacen que se derrita el corazón cuando las ves.
Caricias. Como sean, donde sean. Pero de alguien concreto.

Es curioso cuando la nostalgia acude a ti como una ola gigante. Cuando todo es hermoso tras el filtro del tiempo futuro.
Echar de menos es natural, tal y como la tendencia a ensalzar los tiempos pasados.
Pero ah, cómo escuece.
De todo se aprende en esta locura llamada vida. De las causalidades, del pasado, del futuro, de uno mismo, de los demás, de los aciertos y de los errores.

Luego, solo nostalgia.

viernes, 31 de mayo de 2019

Canciones


No.
Un, dos, tres. Cuatro, cinco, seis... y así hasta diez mil. 
La paciencia no es uno de mis fuertes.

No hay más.

Es sencillo, una estocada y mueres. Sin más. El sino te abandona, al igual que la respiración. Muerto el cuerpo, el Alma a otra cosa.

Da igual.

Porque no es importante, nada es importante. Solo el paso del tiempo. Ni siquiera la huella que dejes aquí, incluso eso es efímero.

No me importa.

Nada. Solo mi ser, mi latido, mi esperanza.

Nada más.

No estoy en condiciones de aguantar estupideces. La vida me exige raspar cada centímetro de mi piel para llegar hasta mi propia cumbre, o al menos a una de las muchas cumbres de esta gran cordillera.

Nunca más.

Ah, la vida, cuántas sorpresas y desavenencias nos trae. Pero de todo se saca una lección.

Nunca más.

Es el mismo trato del yo el que te proporciona bienestar. Es simple, se puede amar a alguien mientras uno se ama a sí mismo. 

Nunca más.

Tercera y va la vencida. El agotamiento emborrona las palabras de mis ojos. Mis manos frías dan calor a los resquicios de un ideal muerto. 

Hasta aquí. 

¡Las vueltas, ah, las vueltas! Vuelve la clarividencia en estos momentos de agonía final. No te temo, muerte. Ni a ti, soledad. Abrazadme, bien fuerte, soy vuestra, alas de libertad.