viernes, 31 de mayo de 2019

Canciones


No.
Un, dos, tres. Cuatro, cinco, seis... y así hasta diez mil. 
La paciencia no es uno de mis fuertes.

No hay más.

Es sencillo, una estocada y mueres. Sin más. El sino te abandona, al igual que la respiración. Muerto el cuerpo, el Alma a otra cosa.

Da igual.

Porque no es importante, nada es importante. Solo el paso del tiempo. Ni siquiera la huella que dejes aquí, incluso eso es efímero.

No me importa.

Nada. Solo mi ser, mi latido, mi esperanza.

Nada más.

No estoy en condiciones de aguantar estupideces. La vida me exige raspar cada centímetro de mi piel para llegar hasta mi propia cumbre, o al menos a una de las muchas cumbres de esta gran cordillera.

Nunca más.

Ah, la vida, cuántas sorpresas y desavenencias nos trae. Pero de todo se saca una lección.

Nunca más.

Es el mismo trato del yo el que te proporciona bienestar. Es simple, se puede amar a alguien mientras uno se ama a sí mismo. 

Nunca más.

Tercera y va la vencida. El agotamiento emborrona las palabras de mis ojos. Mis manos frías dan calor a los resquicios de un ideal muerto. 

Hasta aquí. 

¡Las vueltas, ah, las vueltas! Vuelve la clarividencia en estos momentos de agonía final. No te temo, muerte. Ni a ti, soledad. Abrazadme, bien fuerte, soy vuestra, alas de libertad.

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