miércoles, 21 de agosto de 2019

Ironman

"Mi papá es Ironman".
    Suena gracioso, pero no lo es. Todo lienzo pintado, sea cual fuere su obra, esconde una luz y una sombra. A veces la obra es la luz, escondiendo detrás de ella la oscuridad que la ha formado. Otras veces es la oscuridad la retratada, que opaca la luz inspiradora de su creación. Quizá este sea el primer caso.

    No es fácil tragar con la noticia. "Un día estás bien y al otro, puf, ea, al arrastre". No, realmente no es nada fácil.
Ha habido noticias peores, por supuesto. Aquí el desconocimiento hace una parte importante del trabajo, como siempre (¡qué malo es desconocer!). Todo es nada, pero esa nada general es un mundo explotando en el universo de uno mismo. No se puede valorar, desde luego, el daño o el miedo; nadie tiene más miedo que nadie, solo tiene miedo, su miedo. Lo mismo que el dolor. Es inútil medir los sentimientos en cantidad, como si fuera un litro de leche o cien gramos de pan (ojalá fuera tan, tan sencillo).
Preventivo, lo llamaron. Y lo es, no lo dudo. Pero ese litro de miedo, junto con esos taitantos gramos de dolor, mezclado con la ayuda del Desconocimiento (en mayúsculas, como las "cosas bonitas" de las Súpernenas) han hecho que cada minutos se transformara en horas, y estas, en días interminables; cada día interminable es una eternidad.
Parece ser que la cosa también va de percepciones, vaya.
Percepciones y sentimientos. Luego, actitudes. He ahí la naturaleza humana.

    Mi tendencia natural es el drama (uau, un plot twist), por lo que tiendo a magnificar un poco las cosas. No lo hago a propósito, soy así; como todo en el ser humano, modificable. Si bien es cierto que el drama me hace reaccionar de maneras insospechadamente histriónicas a cualquier evento, circunstancia, noticia, acontecimiento o efeméride, también me hace pensar. Mucho. Y también me invita a reflexionar, cómo no, también muy intensamente.
Curioso, cuanto menos, resulta que el drama también es útil (plot twist again).
Reflexionas sobre las situaciones, y sacas, como siempre, conclusiones, que pueden o no variar, pero que las vas a utilizar, cuanto menos, durante un periodo de eternidades indefinidas:

  El miedo es la cara contraria del orgullo, la misma moneda. Esta me la dijo un gran amigo y apoyo emocional, y analizando bien, es tan cierta como decir que las croquetas de tu madre son las mejores del mundo. La moneda se llama "protección", cuyas caras no dejan de ser las reacciones tomadas para llevarla a cabo. Ambas útiles, pero tan solo en ocasiones especiales (como el vestido de Nochevieja, incómodo y absurdo).

Todo se puede solucionar, excepto la muerte. Esta es mi favorita. Con cada eternidad que pasa, más la valoro y más la abrazo como mantra vital. No hay situación insolventable, sea de un modo u otro. Aquí también entra el quid humano, ese cóctel Molotov de percepción, sentimiento y actitud. Digo Molotov como podría decir "Sex on the Beach", el caso es que es un cóctel.
También entra en juego la mal llamada voluntad, o la capacidad de querer resolver las cosas. Esta es optativa, como las asignaturas de la carrera más chulas. También determinante, creo.
Con el tema de la muerte discrepo; estoy abandonando el nihilismo y creo en el ser humano, puede que lo de la muerte se solvente en un futuro no tan lejano (hello, zombies).

Querer es poder. Esta me veo obligada a tragarla (venga, decidlo). Pero es verdad, querer es poder. Como persona pre-ex-fumadora (¿esto existe?) es necesario creerlo. Y tiene complejo de Visa, vale para cualquier cosa en cualquier lugar del mundo.

A cada cerdo le llega su San Martín (lo espero y lo deseo).

Cuando sientes indiferencia, enhorabuena, lo has superado. Otra gran verdad del universo cósmico.

Somos tan ciegos que no vemos lo que tenemos enfrente por mirar hacia el horizonte. Este es el que más me ha dolido aprender. Vueltas y más vueltas en la cabeza, dolores de alma y muchas noches de confusión y llanto lo acaban demostrando.

Demuestra lo que sientes, nunca temas a ser tú. Otro mantra vital. Es tan fácil de decir y tan difícil de llevar a cabo... requiere un nivel de seguridad en uno mismo tan grande que asusta. Pero también se consigue, y con ello, la paz.

Creo que esos son los más destacables. Todo esto lo escribo desde una de las sillas acolchadas de un hospital, con la luz apagada, actuando en mi tragicomedia como vigilia de uno de mis superhéroes favoritos. A veces hace muecas de dolor, y cuando tose se agarra el pecho, como si no quisiera que su corazón saliese bailando. Pero sé que va a estar bien.

Mi padre es Ironman, y sí, me encanta que lo sea.

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