miércoles, 21 de enero de 2009

Aislate, duro corazón...


Enciendo la televisión nada más levantarme. Ayer me enteré de algo espantoso... algo que hizo que me diera cuenta de que los últimos ocho años de mi vida hayan sido malgastados en vano... tantos sueños, tantas leyendas, tanta magia... todo perdido. Al enterarme, el arranque de furia fue evidente. Pero las amargas lágrimas de después hicieron que la maldita tela que tenía frente a mis ojos cayera, y me diera cuenta de que me había alimentado de falsas esperanzas, de angustiante soledad por nada, de desgarro por obtener algo que quería... inútiles esfuerzos de defender no solo tu postura, sino tu orgullo, tu dignidad, tu fe. Todo, por nada. Nada por todo. Una terrible combinación de palabras que expresan el mundo en su total esplendor.
El resto... pura rutina. Una enfermedad como es el catarro me dejó en cama durante cuatro largos días, para, a mi recuperación, volver a enfermar, pero esta vez no físicamente hablando... solo un pequeño desgarro en ese órgano tan sensible que guardamos en nuestro pecho.
Siempre tendré la duda de si luché lo suficiente, que si soñé demasiado, que si, que si... tan solo en estos momentos, lo único que quiere mi angustiado corazón es aislarse del mundo, para curar sus heridas, como si de un catarro se tratase. Lo malo, es que no es un simple catarro...
Al menos, puedo esbozar una ligera sonrisa en mi rostro al pensar que, aunque haya perdido en mi lucha, aunque me haya caído estrepitosamente... lo he hecho con la cabeza bien alta.

3 comentarios:

Sergio dijo...

Que grandiosa :)

Ainhoa dijo...

Qe perdiste??

teQuieroo

Victoria dijo...

todo i nada ^^